viernes, 16 de octubre de 2015

PARQUE NACIONAL SIERRA DE LAS QUIJADAS

PARQUE NACIONAL SIERRA DE LAS QUIJADAS



Ubicado en el noroeste de la provincia de San Luis, este Parque Nacional resguarda una formidable muestra de la naturaleza del Monte y Chaco Occidental, y yacimientos arqueológicos y paleontológicos de gran valor.

El Parque se creó en 1991 para proteger un paisaje de belleza extraordinaria, cuyas formaciones recuerdan a las del Cañón de Talampaya, en La Rioja.

Uno de los motivos que influyeron en la elección del área fue la existencia de una singular formación geológica en el centro norte de las Sierras,
denominada Potrero de la Aguada. Consiste en un enorme anfiteatro natural rodeado en su totalidad de abruptas paredes de areniscas y aglomerados de coloración rojiza, en las cuales la erosión ha labrado las más caprichosas formas.
Aquí se puede apreciar una flora adaptada a las particulares condiciones ambientales del lugar (sequedad y erosión).
Un ejemplo de este grupo es la chica, pequeño árbol endémico del Gran Cuyo de crecimiento muy lento y madera durísima, del cual se pueden apreciar individuos de troncos retorcidos creciendo en el borde de los paredones.

El máximo escenario natural del lugar es el Potrero de la Aguada. En él se ven, labrados por los siglos, farallones, acantilados, cornisas y terrazas de una destellante coloración rojiza, apenas cubierta por la vegetación.
Todas estas caprichosas formas que la erosión ha tallado forman el majestuoso anfiteatro.

En el fondo del Potrero corre el curso de agua más importante del lugar, que lleva agua sólo en las épocas de lluvia y está totalmente cubierto por arena y rocas. Desde el borde superior de este anfiteatro natural, se puede observar, hacia el sur, el Cerro Portillo de 1.200 metros, el punto más alto de la zona.

En la parte oeste del Parque hay varios espejos de agua aislados, algunos son permanentes, aunque la mayoría son temporarios y de escasa profundidad; sus límites varían anualmente dependiendo del caudal del río Desaguadero. Este sistema lacustre forma el Complejo de las Lagunas de Guanacoche, que tiempo atrás ocupó extensas áreas y dio sustento a grandes poblaciones indígenas y criollas.

En esta zona se puede apreciar una flora adaptada a las particulares condiciones ambientales, como la sequedad y la erosión. Un ejemplo es la chica, pequeño árbol endémico del Gran Cuyo, de crecimiento muy lento y madera durísima, y del cual se pueden apreciar individuos de troncos retorcidos que crecen al borde de los paredones.
Predomina la vegetación arbustiva con especies como la jarilla, el garabato, la brea y diversas cactáceas (tunas, cardoncitos, puquis) y claveles del aire. El ambiente recibe además aportes chaqueños como el quebracho blanco, el algarrobo y el espinillo.

Hacia el oeste de la Sierra de las Quijadas, el río Desaguadero creó una gran llanura de inundación en la que se encuentran bosquecillos de chañar y plantas que toleran los ambientes salados (halófilas).

Guanacos,
pecaríes de collar, conejos de los palos,
maras y
pumas habitan el área. Algunas especies animales que alberga el Parque requieren medidas de protección, como por ejemplo la tortuga terrestre común, el halcón peregrino, el águila coronada, el pichi-ciego menor, el cardenal amarillo y la reinamora.

En estas sierras se encontraron también restos fósiles de dos especies de pterosaurios o lagartos alados, una de las cuales tiene una dentadura peculiar, con barbas que forman una especie de canasto dispuesto para retener los microorganismos de los que se alimenta al filtrar el agua.

El lugar posee numerosas evidencias de antiguas ocupaciones humanas, particularmente en el sector pedemontano de las sierras. A pocos kilómetros de la entrada se encuentra un gran sitio arqueológico caracterizado por el emplazamiento de más de veinte hornillos o botijas, que están dentro del perímetro de un gran asentamiento indígena.
Los estudios que se están llevando a cabo indican que probablemente estos hornos habrían funcionado para la producción de piezas de cerámica que, a juzgar por los fragmentos hallados, presentan excelentes condiciones técnicas de fabricación. Se trata de una cerámica de color gris, de paredes finas y cocción pareja. Uno de los hornillos puede ser visitado, con la asistencia de los guías habilitados.

Como otros Parques Nacionales de reciente creación, el área no cuenta con todos los servicios requeridos para el visitante. Una larga caminata de día completo puede realizarse bajando al cañón del río Potrero de la Aguada, previo permiso del guardaparque. En el borde del mismo se encuentran senderos peatonales para llegar a los puntos panorámicos. Sobre el camino de acceso hay una proveeduría y un campamento agreste.


Los atardeceres en el Potrero, cuando las formaciones rojizas se encienden de color.

lunes, 5 de octubre de 2015

POSADAS

POSADAS



Sobre la barranca del río Paraná se encuentra Posadas, capital de Misiones. Fronteriza con la ciudad paraguaya de Encarnación, están unidos por el puente Internacional San Roque González de Santa Cruz.

Según los estudios arqueológicos realizados se estima que el territorio misionero fue habitado por los pueblos indígenas desde unos 10.000 años atrás.

Los aborígenes que vivían en distintas regiones, eran: Tobas, Matacos (wuichi) y Pilagás, y otro grupo de aborígenes cerca de la costa del Alto Pilcomayo de nombre Chulupíes, formada de desprendimientos de tribus paraguayas.
Existían varios grupos nómades denominados montaraces.

En 1879 la Legislatura correntina aprobó la iniciativa del Poder Ejecutivo y cambió el nombre de Trinchera de San José por el de Posadas (22 de septiembre de 1879), en homenaje a José Gervasio de Posadas ― «director supremo» de lasProvincias Unidas del Río de la Plata―, quien anexó esta porción de territorio misionero a Corrientes.
El término Trincheras que integra varias de las denominaciones anteriores del lugar se debe a las murallas de defensa que se construyeron en la zona. Itapúa significa en guaraní punta de piedra.

De los documentos religiosos de la época, se rescata que la conquista espiritual de los aborígenes pobladores de la región fue autorizada en 1.608/9, e iniciada por la vía Asunción - Tebicuary, por el Padre Lorenzana, integrante de la Compañía Jesuita.
Levantaron diez reducciones que albergaron miles de indígenas. Testimonios de tan extraordinaria labor son las ruinas, que aún se conservan, como las de San Ignacio Miní, que fueron declaradas Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.

Al momento de la Revolución de Mayo en 1810, los misioneros fueron los primeros en adherir a la Causa de la Emancipación en forma espontánea.

al mismo tiempo en que se habilitó el puerto el 30 de Julio de 1884, pasó a ser capital del entonces territorio de Misiones.

Federalizada como gobernación nacional en 1881 comenzó a inmigrantes, en su mayoría polacos y ucranianos.

Numerosos arroyos nacen dentro de la zona urbana y desembocan en el Paraná. Dentro de estos los más importantes son el Patotí y el Vicario, que reciben a su vez el aporte de otros pequeños afluentes. Aunque solían causar serios daños con las crecientes, el entubamiento de la mayor parte de su recorrido logró que prácticamente no afecten la ciudad. Su origen se debe al alto nivel de precipitaciones, humedad ambiental y en el suelo (que forma los manantiales de los cuales nacen).
Los dos arroyos más importantes que atraviesan la ciudad nacen en el interior de la provincia y desaguan también en el río Paraná: el arroyo Mártires y el arroyo Zaimán. Son de escaso caudal, salvo en sus desembocaduras donde forman pequeñas rías que se vieron aumentadas al completarse el llenado del embalse de Yacyretá, formando grandes espejos de agua, que fueron aprovechadas como zona de esparcimiento. El arroyo Zaimán forma parte del límite con el municipio de Garupá (cuando faltan algunos kilómetros para su desembocadura), mientras que el Mártires forma un virtual límite oeste con la zona rural y aeroportuaria en sus últimos 5 km.

La arquitectura del ejido urbano de Posadas presenta antiguas construcciones que rememoran la época de las misiones jesuíticas. Plazas e iglesias que conservan un estilo romántico se fusionan con la zona de la costanera, ideal para el descanso y el relax.

Museos dónde se descubren restos de la antigua Posadas; exposiciones artesanales que demuestran la continuidad de las culturas aborígenes; ruinas jesuíticas que evocan la historia más fuerte de toda la zona; son algunas de las paradas inevitables en el recorrido cultural por esta ciudad capital.

Pero eso no es todo, la magnífica vegetación misionera también ha encontrado en Posadas las condiciones necesarias para la creación de paisajes encantadores. La deslumbrante costanera del río Paraná, el Parque Paraguayo y la Plaza 9 de Julio, con su colección de especies arbóreas autóctonas, constituyen esos espacios ideales dónde admirarse con las bellezas naturales y disfrutar de la tranquilidad y la frescura.

Posadas brinda también una amplia gama de opciones deportivas en sus niveles acuáticos y terrestres: pesca deportiva, canotaje, navegación a vela, paseos por el río; golf, hokkey sobre césped, fútbol, tenis, entre otros tantos que quedan a elección del turista.

Con todas las comodidades y las más variadas alternativas turísticas, Posadas es una ciudad que vale la pena descubrir a cada paso y que, indudablemente, no se arrepentirá de visitar.

Caracterizada por poseer una amplia franja costera sobre el río Paraná, la ciudad de Posadas seduce a los pescadores con el extenso listado de especies itícolas y la irrechazable invitación a participar de uno de los concursos de pesca más famosos de la Mesopotamia:
las Veinte Horas, celebrado cada año en el mes de septiembre y consagrado por su importante convocatoria internacional.

La ubicación de la capital de Misiones entre las represas Yaciretá e Itapú, provocó una larga ausencia de los peces deportivos en todo el Paraná misionero, los que han ido reapareciendo poco a poco en cardúmenes que desafían el ascenso.


Otros peces, en cambio, se adaptaron a las aguas más lentas y hasta lograron nacer y crecer en el lago artificial del dique sureño, cuya cota ya alcanzó Posadas.
Este es el caso de las boga

miércoles, 30 de septiembre de 2015

PARQUE NACIONAL DE CALILEGUA

PARQUE NACIONAL DE CALILEGUA




El Parque Nacional más visitado y extenso del noroeste argentino está ubicado en el sudeste de la provincia de Jujuy, y protege una gran extensión de yungas.

Su objetivo es el proteger una muestra representativa de la Selva de Montaña o Yunga.
También se preserva una importante cuenca hídrica, la cual abastece de agua a las zonas agrícolas y poblaciones cercanas.
Creado en el año 1979, a partir de la donación de tierras de la empresa Ledesma S.A.A.I, constituye el Parque Nacional más extenso del noroeste argentino, y uno de los más visitados por su fácil acceso. 

Ocupa el faldeo oriental de las Serranías de Calilegua y resguarda un sector representativo de las yungas, uno de los ambientes de mayor biodiversidad de la Argentina. 


Con una superficie de 76.320 hectáreas, forma el Parque Nacional más grande del noroeste argentino.

Este Parque tiene un relieve quebrado con profundos cañadones esculpidos por arroyos y ríos de marcada pendiente, y cordones montañosos con picos de más de 3.000 metros de altura. 

Sobresalen por su majestuosidad los cerros Hermoso, Amarillo y Morro Alto y la Serranía del Socavón.
Desde allí descienden un considerable número de arroyos y riachos que desembocan en los ríos San Lorenzo y Ledesma, en la zona sur, o en el río de las Piedras, en el norte. 

Todos estos cursos de agua desaguan finalmente en el río San Francisco, que fluye hacia el noroeste hasta su encuentro con el Bermejo.
En época de lluvias, estos ríos se convierten en grandes torrentes de agua y arrastran troncos, árboles desgajados y piedras.

Las abundantes lluvias de la región (cerca de 2.000 mm por año) permiten el desarrollo de una densa vegetación que cubre todo el paisaje: la selva de montaña o yunga. Esta formación se caracteriza por tener distinto tipo de flora según la altitud de sus laderas.

Como la mayor parte del Parque está cubierta por yungas, el acceso a la región se hace difícil.
La selva de transición es muy escasa y posee, en sus zonas inferiores, algunos elementos chaqueños.
La selva montañosa trepa hasta los 1.800 metros, y por encima de ella, el bosque montano con alisos y pinos del cerro. Finalmente se encuentran los pastizales de altura.

En la primavera subsisten yaguaretés,
tapires y
lobitos de río.
También se pueden encontrar murciélagos como el frutero chico oscuro, que se refugia entre las hojas de los árboles, o el murciélago hocicudo que se alimenta de néctar al tiempo que poliniza las flores. Entre los roedores, el acutí rojo y el tuco-tuco yungueño son frecuentes; así como lo es la rana marsupial jujeña en la sierra.

En los pastizales de altura habita la taruca o huemul del norte, un ciervo de coloración grisácea, algo menor que su pariente andino-patagónico; aunque prefiere los valles más ricos en vegetación, en zonas de mayor seguridad, este animal llega a merodear por el límite de las nieves perpetuas.


En las Sierra de Calilegua habita la rana marsupial jujeña, ahora también registrada en otros sitios similares.





Este parque es un paraíso para los observadores de aves, con más de 300 especies registradas hasta el momento, entre las cuales se destacan el tucán grande, la pava de monte alisera, el jote real, el batará gigante, el burgo, y varias especies de picaflores y pájaros carpinteros.

Los amantes de la montaña tienen además como alternativa la posibilidad de acceder caminando a las zonas altas del Parque, a los cerros Amarillo y Hermoso.

A 3.000 metros de altura, fuera del límite del Parque, existe un pequeño caserío llamado Alto Calilegua, al que sólo se llega a lomo de mula o a pie. En ese área existen restos de fortificaciones incaicas que le agregan un valor arqueológico a la región.

También se puede realizar una travesía de varios días para llegar a la Quebrada de Humahuaca. Luego de abandonar los límites del Parque, se llega por la Ruta Provincial N: 83, a la localidad de Valle Grande, desde donde se continúa a pie o a caballo hasta Tilcara o Humahuaca.