PARQUE NACIONAL SIERRA DE LAS QUIJADAS
Ubicado
en el noroeste de la provincia de San Luis, este Parque Nacional resguarda una
formidable muestra de la naturaleza del Monte y Chaco Occidental, y yacimientos
arqueológicos y paleontológicos de gran valor.
El
Parque se creó en 1991 para proteger un paisaje de belleza extraordinaria,
cuyas formaciones recuerdan a las del Cañón de Talampaya, en La Rioja.
Uno
de los motivos que influyeron en la elección del área fue la existencia de una
singular formación geológica en el centro norte de las Sierras,
denominada
Potrero de la Aguada. Consiste en un enorme anfiteatro natural rodeado en su
totalidad de abruptas paredes de areniscas y aglomerados de coloración rojiza,
en las cuales la erosión ha labrado las más caprichosas formas.
Aquí se puede
apreciar una flora adaptada a las particulares condiciones ambientales del
lugar (sequedad y erosión).
Un ejemplo de este grupo es la chica, pequeño árbol
endémico del Gran Cuyo de crecimiento muy lento y madera durísima, del cual se
pueden apreciar individuos de troncos retorcidos creciendo en el borde de los
paredones.
El
máximo escenario natural del lugar es el Potrero de la Aguada. En él se ven,
labrados por los siglos, farallones, acantilados, cornisas y terrazas de una
destellante coloración rojiza, apenas cubierta por la vegetación.
Todas estas
caprichosas formas que la erosión ha tallado forman el majestuoso anfiteatro.
En
el fondo del Potrero corre el curso de agua más importante del lugar, que lleva
agua sólo en las épocas de lluvia y está totalmente cubierto por arena y rocas.
Desde el borde superior de este anfiteatro natural, se puede observar, hacia el
sur, el Cerro Portillo de 1.200 metros, el punto más alto de la zona.
En
la parte oeste del Parque hay varios espejos de agua aislados, algunos son
permanentes, aunque la mayoría son temporarios y de escasa profundidad; sus
límites varían anualmente dependiendo del caudal del río Desaguadero. Este
sistema lacustre forma el Complejo de las Lagunas de Guanacoche, que tiempo
atrás ocupó extensas áreas y dio sustento a grandes poblaciones indígenas y
criollas.
En
esta zona se puede apreciar una flora adaptada a las particulares condiciones
ambientales, como la sequedad y la erosión. Un ejemplo es la chica, pequeño
árbol endémico del Gran Cuyo, de crecimiento muy lento y madera durísima, y del
cual se pueden apreciar individuos de troncos retorcidos que crecen al borde de
los paredones.
Predomina la vegetación arbustiva con especies como la jarilla,
el garabato, la brea y diversas cactáceas (tunas, cardoncitos, puquis) y
claveles del aire. El ambiente recibe además aportes chaqueños como el
quebracho blanco, el algarrobo y el espinillo.
Hacia
el oeste de la Sierra de las Quijadas, el río Desaguadero creó una gran llanura
de inundación en la que se encuentran bosquecillos de chañar y plantas que
toleran los ambientes salados (halófilas).
Guanacos,
pecaríes de collar, conejos de los palos,
maras y
pumas habitan el área.
Algunas especies animales que alberga el Parque requieren medidas de
protección, como por ejemplo la tortuga terrestre común, el halcón peregrino,
el águila coronada, el pichi-ciego menor, el cardenal amarillo y la reinamora.
En
estas sierras se encontraron también restos fósiles de dos especies de
pterosaurios o lagartos alados, una de las cuales tiene una dentadura peculiar,
con barbas que forman una especie de canasto dispuesto para retener los
microorganismos de los que se alimenta al filtrar el agua.
El
lugar posee numerosas evidencias de antiguas ocupaciones humanas,
particularmente en el sector pedemontano de las sierras. A pocos kilómetros de
la entrada se encuentra un gran sitio arqueológico caracterizado por el
emplazamiento de más de veinte hornillos o botijas, que están dentro del
perímetro de un gran asentamiento indígena.
Los estudios que se están llevando
a cabo indican que probablemente estos hornos habrían funcionado para la
producción de piezas de cerámica que, a juzgar por los fragmentos hallados,
presentan excelentes condiciones técnicas de fabricación. Se trata de una
cerámica de color gris, de paredes finas y cocción pareja. Uno de los hornillos
puede ser visitado, con la asistencia de los guías habilitados.
Como
otros Parques Nacionales de reciente creación, el área no cuenta con todos los
servicios requeridos para el visitante. Una larga caminata de día completo
puede realizarse bajando al cañón del río Potrero de la Aguada, previo permiso
del guardaparque. En el borde del mismo se encuentran senderos peatonales para
llegar a los puntos panorámicos. Sobre el camino de acceso hay una proveeduría
y un campamento agreste.
Los
atardeceres en el Potrero, cuando las formaciones rojizas se encienden de
color.
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