SAN JUAN “CIRCUITO DEL RIO”
CALINGASTA, BARREAL, EL LEONCITO, COMPLEJO ASTRONOMICO, LOS MORRILLOS
En
el vértice sudoeste del mapa de San Juan existe un gran valle surcado por ríos
y acequias, y rodeado por picos nevados que encierran algunos de los paisajes
más tranquilos y hermosos de la región del Cuyo.
El Valle de Calingasta queda a
180 kilómetros de la ciudad de San Juan y está custodiado desde siempre por dos
guardianes de piedra que parecen estar al acecho del visitante durante cada
jornada de viaje: el Cerro Mercedario (6770 metros) y el descomunal Aconcagua
(6960 metros).
Ubicado
a 1.500 mts. de altura sobre el nivel del mar, es un lugar que, por su paisaje,
ríos, montañas, valles, lo quebrado del terreno, la flora, la fauna, y el cielo
límpido poblado de estrellas deslumbra en cualquier época del año. Entre sus
mayores atractivos se encuentra el Cerro Alcázar, una caprichosa formación de
rocas que semejan o recuerdan al famoso Alcázar español.
Los
primeros habitantes que datan de la época prehispánica que habitaron lo que hoy
se conoce como Calingasta fueron principalmente distintos pueblos indígenas
llamados La Fortuna, Ansilta y Angualasto, las principales culturas que se
desarrollaron en la región. Los Huarpes también se asentaron en algunas zonas
del departamento pero fueron dominados por los Incas hasta la llegada de los
españoles en el siglo XVI. En ese tiempo, los jesuitas se instalaron en
Calingasta para evangelizar a los pueblos originarios.
La
fundación y establecimiento de la localidades principal de la zona se produjo
recién en el siglo XVIII, fue el gobierno de Camilo Rojo el que en 1866 impulsó
la fundación de Villa Maipú. Desde 1917, Villa Maipú se llamó General
Sarmiento. Pero el nombre que prosperaría para la villa cabecera del
departamento sería el de Tamberías, designación que remite a una antigua posta
en el Camino del Inca
Calingasta
fue así fundado el 17 de diciembre de 1869
Custodiado
por el Aconcagua y el Cerro Mercedario, el Valle de Calingasta encierra
sorprendentes lugares como Barreal, una extraña, extensa y reseca planicie de
la Reserva El Leoncito, cuya imagen evoca un paisaje lunar. Y si de lunas se
trata, también hay que visitar allí el famoso complejo astronómico para espiar
desde sus potentes telescopios el universo y sus estrellas.
Barreal
es la villa turística de este sector. Emplazada en la margen derecha del Río de
los Patos, en Barreal predomina un paisaje tanto precordillerano como
cordillerano, donde la vegetación natural es releativamente escasa. Es además
reconocido por su confortable clima, la amabilidad de su gente, la pureza de su
aire; sus frondosas alamedas y la belleza de su naturaleza hacen de esta
localidad un verdadero paraíso andino, cada día más visitado por los turistas
nacionales y extranjeros. Ha sido calificado por una guía de turismo de lengua
inglesa como uno de los diez lugares más bellos de Argentina.
El
"Centinela de Barreal" es el imponente cerro Mercedario, con 6770
metros.
A
40 kilómetros del pueblo está la reserva natural El Leoncito -a cargo de la
Administración de Parques Nacionales-, el principal atractivo turístico
principal que se visita desde Barreal. Allí está, justamente, el
"Barreal" -que le da nombre al pueblo-, una reseca planicie de catorce
kilómetros de largo por cinco de ancho.
En
realidad fue el lecho de un lago que se secó hace varios millones de años. El
paisaje es extrañísimo, de color blanco radiante, con algo de paisaje lunar. No
hay ni un arbusto ni una rama seca; sólo un suelo liso con resquebrajamientos
en forma de pentágono que se reproducen con la exactitud matemática de una
telaraña.
El
Barreal es también una de las mejores pistas de carrovelismo. Un carrovela es
un vehículo con dos ruedas traseras de auto, una delantera de motoneta, dos bastidores
de acero con fuselaje y un mástil de aluminio, que se mueve por la acción del
viento. Los prestadores turísticos de este deporte tienen un carro especial
para dos personas. La sensación de ir a toda velocidad por un terreno reseco es
como si se navegara con las velas desplegadas por un inverosímil mar de arena,
avanzando en largos zigzags con curvas de hasta 200 metros. Si el acompañante
no tiene miedo, el conductor puede realizar algunas piruetas como inclinar el
carro hacia un lado y levantarlo para que ande en dos ruedas.
Dentro
de la reserva El Leoncito existe un complejo astronómico con dos observatorios
telescópicos ubicados estratégicamente -a 2552 metros sobre el nivel del mar-,
en una zona que se distingue por tener un cielo diáfano y sin polución durante
casi 300 días al año. En la visita a los observatorios, un técnico operador de
telescopios explica los trabajos usuales del centro donde en 1984 concluyó un
largo proceso de estudio de 970 estrellas. Ahora se está repitiendo el mismo
trabajo para comparar -con un margen de 24 años- los cambios y los movimientos
de esas estrellas, lo cual permite descubrir estrellas nuevas cuya luz llega a
la tierra muchos millones de años después de haber sido emitida. Así, a veces
se capta la luz de una estrella que ya se ha apagado.
El
Complejo Astronómico El Leoncito (CASLEO) fue formalmente creado el 10 de mayo
de 1983 por un acuerdo firmado entre las siguientes instituciones: Secretaría para la Tecnología, la Ciencia y
la Innovación productiva (SEPCyT).
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(CONICET). Universidad Nacional de La
Plata (UNLP) Universidad Nacional de
Córdoba (UNC). Universidad Nacional de
San Juan (UNSJ).
Inaugurado
el 12 de septiembre de 1986, comenzó su operación efectiva el 1 de marzo de
1987. Finalidades
El
CASLEO es una institución que brinda sus servicios a la comunidad científica a
efectos de que los astrónomos puedan llevar a cabo sus programas de
observación. En este sentido, sus principales funciones son la operación, el
mantenimiento, y el desarrollo de instrumental astronómico, proveyendo además
apoyo técnico, administrativo y de infraestructura a los científicos
autorizados a hacer uso del servicio.
Las
propuestas presentadas por los astrónomos argentinos y extranjeros son
evaluadas por un Comité Científico, que decide la adjudicación del tiempo de
observación.
Un
aspecto muy llamativo de la visita es conocer el Programa Asteroide, dedicado a
seguir la órbita de estas moles de piedra que flotan por el espacio y poder
prever así un choque con la Tierra. Según nos explican, los asteroides más
peligrosos son los que miden más de dos kilómetros de largo. Por ejemplo, en el
año 2140 un gran asteroide va a pasar muy cerca de la Tierra y ya se prevé que
será necesario lanzarle un misil. Pero mucho más "preocupante" resulta
ver la secuencia de fotos que demuestra cómo la Vía Láctea y la galaxia
Andrómeda se van acercando entre sí de manera peligrosa. Las dos galaxias están
irremediablemente condenadas a colisionar dentro de millones de años,
provocando un choque infernal de estrellas que iluminará por mucho tiempo el
universo. Y también arrasará con todo el sistema solar de un plumazo. Durante
la visita al complejo, todo el mundo está ansioso por llegar a la sala del gran
telescopio de 40 toneladas cubierto por una cúpula gigante que se abre por las
noches para espiar el universo. De todas formas, esto ya no se hace más por una
mirilla sino a través de una pantalla de computadora. Los astrónomos son
personas noctámbulas por obligación (o quizá por elección), así que durante la
visita diurna uno nunca se los cruza porque están durmiendo. Para verlos a
ellos, y sobre todo para observar las estrellas, hay que convenir por teléfono
una visita nocturna. Al visitante se le ofrece un telescopio Meade de 20 cm,
mientras un técnico lo asiste para ubicar en el espacio los astros más
interesantes que están en "exposición" en el firmamento esa noche.
Además se pueden guardar imágenes para llevar en un disquete. El servicio que
se ofrece al turista es sólo para dos personas por noche, con alojamiento y una
comida.
A
pocos kilómetros de Barreal hay un refugio de altura llamado Los Morrillos,
donde se pueden ver vestigios de las diferentes culturas que habitaron el Valle
de Calingasta durante 8 mil años. En ese lugar -un área protegida de carácter
privado que depende de la Fundación Vida Silvestre- se descubrieron pinturas
rupestres, petroglifos, restos de fogones y los restos de 17 momias y párvulos
enterrados. Las culturas que habitaron esta zona fueron La Fortuna (6500 a 6000
años a.C.), Los Morrillos (5900 a 2000 a.C.) y Ansilta (1800 a 500 a.C.).
El
trayecto hasta el refugio en camioneta 4x4 depara sorpresas como la aparición
repentina de grandes manadas de guanacos con su macho centinela al frente.
Además suelen verse pequeños grupos de suris, una especie local de ñandú muy
pequeño. El recorrido incluye la visita a tres grutas con pinturas rupestres de
forma abstracta. Muchos viajeros deciden alojarse en la rústica cabaña de Los
Morrillos para dedicarse a explorar la zona a fondo, a lomo de caballo.
Desde
Barreal se puede hacer una cabalgata de montaña hasta el Paso General San
Martín siguiendo la ruta del Libertador en el histórico viaje a Chile que
realizó junto con los generales Soler y O'Higgins. La travesía hasta el límite
de los dos países dura siete días a campo traviesa durmiendo en carpa, aunque
la mayoría de las veces se lo hace al aire libre. La idea es dormir mirando las
estrellas de uno de los cielos más diáfanos del país. Durante el trayecto al
pie de la Cordillera de los Andes se cruzan quebradas y arroyos, y todo el
tiempo se observa la imponencia del Aconcagua desde distintos ángulos. La fauna
aparece bastante seguido en esta región casi deshabitada, en especial las
manadas de guanacos y los zorros colorados. En el suelo se encuentran por
doquier restos fósiles de cuando esta zona estaba cubierta por el mar. Y en el
cielo sorprende la presencia casi constante del cóndor de los Andes, que parece
vigilar el avance de la columna de caballos que se dirige al límite con Chile.
Esta cabalgata se realiza desde mediados de noviembre hasta fines de marzo.
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