SAN LUIS CIRCUITO DEL ORO
Al pie de la falda de las sierras de San Luis, casas de piedra y adobe, antiguas capillas, bellas casonas de principios del siglo XX y bocas mineras. Son la puerta de entrada al pasado para desandar los pasos de los colonizadores españoles y los trabajadores mineros que llegaron hasta allí, al norte de la provincia, persiguiendo lo que para muchos fue sólo una quimera: el hallazgo de oro.
El mítico "circuito del oro" abarca las localidades de El Volcán, El Trapiche, La Florida, Río Grande, Valle de Pancanta, Carolina e Inti Huasi. Partiendo desde San Luis capital, nos disponemos a recorrerlo con la misma ansiedad de aquellos trabajadores que en el siglo XVIII iniciaron su travesía en busca de otro "El Dorado".
El Volcán, una pequeña villa rodeada de plantíos frutales y montes de nogales centenarios, es nuestra primera parada. Los balnearios ubicados en los márgenes del río, festoneados de sauces, son un refugio ideal para los amantes de la vida al aire libre.
Por la ruta 9 llegamos a Trapiche, localidad que lleva ese nombre en homenaje al "trapiche" (molino) que hacia fines de 1700 construyeron sus habitantes para pulverizar el oro que se extraía en la mina de La Carolina. Trapiche es una de las villas más tradicionales, de casas de descanso y puentes peatonales sobre el río.
Desde allí se puede recorrer a caballo la circunvalación del dique La Florida (tiene una superficie de 652 hectáreas), que se nutre de los ríos Grande y El Trapiche, donde la pesca del pejerrey y la trucha alterna con los deportes náuticos.
Subimos por los caminos de las Sierras de San Luis desde donde se obtiene una de las mejores vistas panorámicas del paisaje. Este cordón de sierras rodea al Valle de Pancanta, un paraje de singular belleza repleto de saltos de agua que forman piletas naturales, bordeadas de extensas playas de arena. Aquí, a 1.600 metros de altura, las piedras toman las formas más raras y se esparce un perfume especial.
Unos 10 km más adelante se encuentra La Carolina, un pequeño poblado de 200 habitantes, fundado en 1792 por el Marqués de Sobremonte cuando constató la existencia de oro en la zona. Por esos años, este paraje se conocía como San Antonio de las Invernadas. El caserío, cuyas viviendas están construidas en su mayoría en piedra y adobe, consta de una sola calle que se eleva hacia el cerro Tomolasta (2.018 m de altura). Su fisonomía, iluminada por los matices dorados del cerro, brinda un recuerdo sepia de sus años de gloria.
Un río de color ocre
En el cerro se encuentran los socavones de la mina "Buena Romualdo, Esperanza y Extensión", de donde se extraía oro.
Un fuerte olor a azufre indica que estamos a un paso del túnel principal, que los españoles comenzaron a construir en 1792 y finalizaron luego los colonos ingleses. Todavía se conservan las cuatro galerías que salen hacia los costados del túnel, cuyas paredes tienen restos de óxido de hierro, calcio y azufre.
Finalmente ingresamos al túnel, que tiene 300 metros de largo. En el camino nos sorprenden las pequeñas formaciones de estalactitas y los contrastes anaranjados y negros en las paredes. Mientras recorremos las distintas galerías, imaginamos cómo el bullicio de los trabajadores fue interrumpido, por primera vez, con un grito de triunfo que selló el hallazgo: "¡oro!". Hoy los socavones son sólo testigos mudos de un pasado próspero.
La Casa del Sol
A la salida de Carolina, un camino pintoresco desde el que se pueden apreciar los cerros desde distintos planos lleva hacia Inti Huasi (Casa del Sol, en quechua), donde hace 8.000 años vivieron indígenas ayampitin, una tribu de cazadores y recolectores que se instalaron en las grutas de la zona. En la gruta Inti Huasi, de 20 metros de altura, se hallaron vestigios de esta cultura, como puntas de flecha lanceoladas y restos de piezas de cerámica, que se exponen en el museo arqueológico.
A la salida de Carolina, un camino pintoresco desde el que se pueden apreciar los cerros desde distintos planos lleva hacia Inti Huasi (Casa del Sol, en quechua), donde hace 8.000 años vivieron indígenas ayampitin, una tribu de cazadores y recolectores que se instalaron en las grutas de la zona. En la gruta Inti Huasi, de 20 metros de altura, se hallaron vestigios de esta cultura, como puntas de flecha lanceoladas y restos de piezas de cerámica, que se exponen en el museo arqueológico.
Cerca, se encuentra la Casa de Piedra Pintada, en cuyas paredes hay pinturas rupestres en tonos blanco y rojo, de figuras geométricas que, en algunos casos, emulan figuras animales y humanas. Si es cierto que cada casa retiene a través del tiempo la impronta invisible de las personas que la habitaron, sólo así puede explicarse la indescifrable sensación de que se es "observado" por los ayampitin que experimentan cada uno de los visitantes de estos recintos.
Inti Huasi, último punto de la "ruta del oro", ofrece souvenires de todo tipo para llevarse a casa: tejidos artesanales, deliciosos quesos y mermeladas caseras, artesanías en piedras extraídas de las minas de la zona y, si alguien todavía cree en quimeras, quizás, una pepita de oro.
LA CAROLINA. ESTE PUEBLITO DE CENTENARIAS CASAS DE ADOBE FUE FUNDADO POR
EL MARQUES DE SOBREMONTE EN 1792.
OASIS. EL VALLE DE PANCANTA REUNE SALTOS DE AGUA QUE FORMAN PILETAS NATURALES,
BORDEADAS DE EXTENSAS PLAYAS DE ARENA. UN PAISAJE DE SINGULAR BELLEZA. (Foto:
Jorge Sánchez Datos útiles
Cómo llegar. En auto: tomar ruta nacional 7 hasta San Luis Capital. Para seguir la "ruta del oro", desde allí tomar Ruta provincial 20 hasta El Volcán y luego ruta 9 hacia Trapiche, que lleva hasta Inti Huasi. A Merlo: retomar ruta provincial 20 hasta La Toma y allí ruta nacional 148 hasta Santa Rosa del Conlara. A Balde: por ruta 7. A San Jerónimo, por ruta 147. En ómnibus: Ida y vuelta, 90 pesos. Desde allí hay buses de línea para todas las localidades que salen desde la Terminal de San Luis. En avión: Buenos Aires-San Luis, ida y vuelta con tasas e impuestos 210,18 pesos. Tarifa sujeta a disponibilidad, reservas con 10 días de anticipación.
Qué comer. Los platos típicos son chivito con chanfaina, cordero asado, carne a la masa, carne con cuero y escabeche de vizcacha, entre otros.
Qué comprar. Trabajos en ónix, cuero y plata; tejidos y bordados. Artesanías en fibra vegetal.
En Buenos Aires, Casa de la Provincia de San Luis, división Turismo, teléfonos 4822-0426 y 3641.
Aguas termalesCómo llegar. En auto: tomar ruta nacional 7 hasta San Luis Capital. Para seguir la "ruta del oro", desde allí tomar Ruta provincial 20 hasta El Volcán y luego ruta 9 hacia Trapiche, que lleva hasta Inti Huasi. A Merlo: retomar ruta provincial 20 hasta La Toma y allí ruta nacional 148 hasta Santa Rosa del Conlara. A Balde: por ruta 7. A San Jerónimo, por ruta 147. En ómnibus: Ida y vuelta, 90 pesos. Desde allí hay buses de línea para todas las localidades que salen desde la Terminal de San Luis. En avión: Buenos Aires-San Luis, ida y vuelta con tasas e impuestos 210,18 pesos. Tarifa sujeta a disponibilidad, reservas con 10 días de anticipación.
Qué comer. Los platos típicos son chivito con chanfaina, cordero asado, carne a la masa, carne con cuero y escabeche de vizcacha, entre otros.
Qué comprar. Trabajos en ónix, cuero y plata; tejidos y bordados. Artesanías en fibra vegetal.
En Buenos Aires, Casa de la Provincia de San Luis, división Turismo, teléfonos 4822-0426 y 3641.
Antes de pegar la vuelta, no se pueden dejar de visitar las termas de «Balde y «San Jerónimo, además de un destino clásico de San Luis, como «Merlo.
Balde y San Jerónimo (a 32 y 27 kilómetros de la ciudad de San Luis respectivamente) poseen centros con infraestructura que ofrecen al turista las bondades de sus vertientes de aguas termales.
Balde, que cuenta con hostería y otras comodidades, posee fuentes de aguas termales situadas a 833 metros de profundidad. El agua surgente es mineral, con una temperatura de 43 grados, resulta un muy buen agente terapéutico. Las aguas curativas de Balde son alcalinas, sulfatadas, cloruradas, bicarbonatadas y mineralizadas.
Continuando por la ruta provincial 15, a unos 15 kilómetros de Balde, está la localidad de San Jerónimo, que también tiene sus termas. El agua surge con una temperatura de 39 grados. Sus propiedades terapéuticas son similares a las de Balde.
Al pie de las Sierras de Los Comechingones, en el extenso Valle de Conlara, Merlo es el centro del turismo serrano nacional, reconocido por su microclima. Con una gran cantidad de circuitos turísticos propone variadas alternativas durante todo el año. En esta región, también se pueden visitar los circuitos Chico, Sur, Norte y hacer excursiones a parques provinciales y aprovechar para practicar trekking, tirolesa, parapente y mountain bike. La hotelería de primer nivel y la buena gastronomía típica, especialmente el chivito preparado de distintas formas, le suman encantos a esta villa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario