miércoles, 23 de septiembre de 2015

PARQUE NACIONAL CHACO

PARQUE NACIONAL CHACO



Hasta fines del siglo XIX, fue tierra de indígenas que habitaron y bautizaron el lugar con el nombre de Chaco, derivación de la voz quechua chacu que significa "lugar de cacería".

El Parque Nacional fue creado en el año 1954 y, pese a su relativamente pequeña superficie de 15.000 hectáreas, su valiosa misión es proteger una completa muestra de los ambientes típicos del Chaco oriental. La culminación de ello fue la sanción de la Ley 14.366, del 22 de octubre de 1954.
El particular objetivo original, que motivó dicha creación, se reflejó en el nombre Parque Nacional del Quebrachal que finalmente no prosperó. La razón de ello fue que, en realidad, el área involucraba una formación ecológica especial, de la que el quebracho era un componente destacad. El decreto N.° 2149/90 del 10 de octubre de 1990 designó a un sector del parque nacional como reserva natural estricta.

Está situado a 130 km al noroeste de Resistencia, capital de la provincia, entre los departamentos Sargento Cabral y Presidencia de la Plaza, y representa una verdadera isla natural en medio del avance urbano.

En el parque se encuentran bosques de quebracho colorado, árbol que ha sido talado indiscriminadamente y mermado hasta ponerlo en peligro de extinción durante el siglo XX. El mono aullador y el loro hablador son otras especies en peligro que viven dentro del área.
Dentro del parque hay diversos paisajes, tales como los montes compuestos por árboles de hasta 15 m de altura, sabanas, esteros y lagunas. Las lagunas son Panza de Cabra, Yacaré y Carpincho.


El paisaje está formado por una variedad de ambientes naturales. Al centro, este y sur del área se extiende el monte fuerte, denominado así por los lugareños. Allí predominan majestuosos ejemplares de quebracho colorado chaqueño, que pueden alcanzar los 15 m de altura y que en algunos sectores forman comunidades casi puras o quebrachales. En el extremo noroeste, confluyen dos de sus exponentes: los quebrachos colorados chaqueño y santiagueño. Diferenciarlos es fácil: el primero tiene hojas simples, por oposición al segundo, cuyas hojas son compuestas.

Otras especies arbóreas que se destacan en el monte son el espina corona, de púas ramificadas en sus troncos, el guayacán de colorida corteza, el algarrobo y el guayaibí, además del lapacho rosado o amarillo, árbol nativo que embellece el entorno invernal con sus copas colmadas de flores.

Hacia el oeste, en las zonas más bajas con anegamiento parcial en la época lluviosa, se forma la sabana de palmeras, constituida por palmares de palma blanca o caranday, junto a los pastizales naturales.

Entre el monte fuerte y la sabana de palmeras, se presenta un área de transición marcada por un bosque bajo y abierto de palmeras caranday, árboles menores y arbustos.

En el estrato inferior el bosque se cubre de chaguares, bromeliáceas de vistosas inflorescencias y fuertes espinas alrededor de sus hojas, que tornan casi inaccesible el área. Su mayor densidad se presenta sobre el río Negro, que atraviesa el sector noreste del Parque y en el que encontramos una compacta selva en galería con árboles de 15 m de altura.

Los esteros, lagunas y cañadas, estas últimas formadas por las grandes lluvias que desaparecen con las sequías, completan el ambiente natural del Parque Nacional Chaco.

El mayor espejo de agua es la laguna Panza de Cabra que, ubicada al sur, ofrece agua para beber a los animales silvestres y, por ende, es el mejor lugar para seguir sus rastros.

Por el escaso territorio que ocupa este espacio protegido, la fauna que desarrolla no supera el pequeño y mediano porte, ya que los vertebrados mayores necesitan de amplias zonas de caza. A su vez, las radicales transformaciones del ambiente causaron la desaparición de varias especies, por la caza directa o la eliminación de su hábitat natural.

Es el caso del yaguareté, que no pudo subsistir en un ambiente tan densamente poblado. Los pocos ejemplares que sobrevivieron, al no encontrar sus presas naturales, tuvieron que alimentarse de animales domésticos, originando su persecución y total exterminio.

Igualmente, este pequeño territorio es todo lo que resta de un ambiente que anteriormente ocupara todo el Chaco, y que aún reserva especies faunísticas típicas.
Por ejemplo, en los montes cercanos, habitan guazunchos y carayás o monos aulladores,
que se hacen escuchar desde el interior del monte por sus fuertes gritos.

Los gatos monteses, el coatí, el aguará popé y la corzuela parda, que habitan las zonas boscosas, también forman parte de la fauna típica.

Las áreas descampadas muestran manadas de ñandúes y chuñas, de largas patas rojas.

Asiduos pobladores de los palmares son el carpintero blanco y el aguilucho colorado. En los pastizales de la parte inferior, una multitud de insectos, entre ellos varias langostas y algún mamboretá, se mimetizan con facilidad.

A la sombra reparadora de los árboles, las entrometidas urracas paraguayas y moradas, merodean el área de acampe. Las secundan el confiado ipacaá, el carpintero lomo blanco, de cabeza y copete rojos y, por las noches, las lechuzas, el atajacaminos y el urutaú, vigilan desde lo alto.

Las lagunas Panza de Cabra y Yacaré albergan al roedor más grande del mundo: el carpincho, que también habita la laguna que lleva su nombre.

Además, existe una rica avifauna, entre las que se cuentan la pollona negra, el gallito de agua, varias garzas como el hocó colorado, el chajá y los biguaes, que después del chapuzón se asolean en las altas ramas. También se alistan cerca del agua el aguilucho pampa y el caracolero.

En el verano, las lagunas congregan una increíble variedad de ranas, destacándose las especies trepadoras, que cuentan con extensiones circulares en las yemas de sus dedos a modo de ventosas.

Mucho tiempo antes de convertirse en zona protegida, los aborígenes se asentaban en el ambiente ribereño. Su sustento era la caza, en especial de carpinchos, tapires, monos,
armadillos y vizcachas; además de la pesca y la recolección de vegetales y moluscos. Descendientes de estos grupos son las comunidades tobas y mocovíes que hoy viven en las localidades vecinas al Parque Nacional Chaco.

Es el único lugar que permite apreciar quebrachales naturales con ejemplares de gran magnitud, robustos testigos de un pasado que, por la mala utilización de recursos, no volverá más. Para asombrarse y reflexionar.

La flora típica es la de quebracho colorado y quebracho blanco, espina colorada, lapacho, guayabí, guayacán ychaguares. La fauna caraterística comprende aguraguazues, tapires(raro), corzuelas pardas,
osos hormigueros(muy raros), tamaduás, pumas, hurones mayores, pecaríes de collar, gatos moro, guazunchos, mono caraya, yacares, tortugas acuáticas, cocoés, ranas trepadoras, curiyús, etc. Entre las más de 340 especies de aves se encuentran lechuzas, atajacaminos, urutaú, pájaros carpinteros, urracas paraguayas,garzas, chajáes, biguaes, gallitos de agua, cigüeñas, horneros, patos, chuñas de patas rojas y hasta ñandues, etc.

En varias zonas del parque se puede acampar. Existe un sendero de interpretación que puede ser recorrido en vehículo, con dos tramos para recorrer a pie. Uno de estos tramos conduce a las lagunas Carpincho y Yacaré para hacer avistaje de aves, y en el otro sendero se pueden apreciar los árboles nativos.

La época del año ideal para visitarlo va de abril a octubre y el parque cuenta con varios senderos y caminos vehiculares al igual que una amplia y sombreada zona de camping con servicios varios.

Sendero a las lagunas Carpincho y Yacaré:
3 km de selva ribereña que bordea el río Negro, conducen a los miradores de estas lagunas, ideales para la observación de aves. 

Sendero de flora:
En un tramo de 1,5 km, comenzando muy cerca del área de acampe, se encuentra toda la riqueza arbórea nativa.

Siempre con mucha precaución, se puede llegar hasta la laguna Panza de Cabra. Es un camino interno del Parque, que brinda 12 km de tupidos montes chaqueños, con quebrachales que en otros tiempos también poblaban la provincia.

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