CAJON DEL AZUL
Entre los tupidos bosques de cipreses y coihues
del cerro Piltriquitrón, a 15 kilómetros de El Bolsón, en el extremo sudoeste
de Río Negro, se esconde la Esquina de Wharton, el punto de
partida hacia una perla preciosa: el Cajón del Azul, un profundo cañadón de roca que bordea el río Azul. Es
impactante encontrarse con este oasis en medio de la montaña, en el que el agua
diáfana deja entrever las riberas.
El
Cajon del Azul es uno de los mas bellos paseos de El Bolson. Se realiza a pie
(Trekking) o a caballo, es posible contratar el servicio guiado en las agencias
de turismo de El Bolson.
El Cajón
del Azul es un fenómeno inusual: un encajonamiento del río de un metro de
ancho por 40 metros de profundidad, con aguas de un color profundo que dan
nombre al río.
El camino al Cajon consta en un sendero que se interna
en la hermosísima reserva forestal de la Cordillera de Los Andes.
Para
llegar al Cajon del Azul desde El Bolson: Se toma por el camino a Perito Moreno
(en auto, colectivo, traffic contratada o trekking), hasta "lo de
warton" desde allí parte el recorrido hasta el refugio.
Este
camino atraviesa bosques de cipreses, arroyos, pacíficos valles, elevaciones,
pasarelas de troncos y bordea un tramo del Rio Azul antes de llegar al
denominado Cajon que es un cañadon de roca de unos 40 metros de altura por un
metro de ancho dentro del cual se "encajona" el Rio Azul.
Hay
un pequeño puente en la parte superior que nos permite cruzar el Rio dando tres
pasos y admirando al mismo tiempo su color y la rítmica belleza de sus reflejos
en los muros de piedra. También es posible descender casi hasta el Río por una
cornisa empinada e introducirse en esa suerte de cueva de roca.
Pasando
el Cajon se llega al camping del Cajon del Azul, que cuenta con algunas
comodidades. Y mas allá del camping se encuentra el "Refugio de
Atilio" el cual cuenta con alojamiento, duchas (agua caliente), comidas,
cerveza y dulces artesanales y una granja orgánica. Atilio es un antiguo
poblador del lugar que abrió sus puertas a los visitantes. Se recomienda:
Visitar las cuevas, el río y el bosque virgen.
Quienes
visitan El Bolsón suelen mencionar 3 o 4 puntos inolvidables de su viaje: la
magnificencia de la naturaleza, la cerveza artesanal, la paz del pueblo, la
protección del cerro Piltriquitrón. Pero hay un lugar que destacan sobre todos
los demás, quienes realizaron la excursión: el cajón del río Azul.
"Impacta",
agregan sobre todo los extranjeros. Para llegar: nada de autos ni motos. Como
es zona de reserva está prohibido ingresar con ellos. Queda la caminata o
trekking, como se lo quiera llamar. Las agencias locales organizan excursiones
de este tipo al cajón. La otra opción es alquilar un caballo con un guía que
acompaña durante el recorrido. La caminata es larga: 3 a 4 horas, según el
ritmo que se lleve, y hay tantas subidas como bajadas.
Se
atraviesan variados bosques, amplios, frondosos, de árboles gigantes y
pequeños, se bordea el Río y por momentos recuerda a alguna aventura de Indiana
Jones, con sus pasarelas y escaleras de troncos. La recompensa al llegar, vale
la pena. Durante el paseo, se cruza un arroyo (un brazo del río Azul) por un
puente colgante; algunas escaleras hechas en madera para los tramos mas
difíciles le facilitarán el camino.
Luego
se cruza un valle de ensueño y después se llega a otro valle en donde está
ubicado el famoso cajón del Azul. El cajón es un cañadón cuyo ancho varia de
acuerdo a la latura del recorrido, por lo general son 40mts. de profundidad. Si
uno se asoma, puede ver allá abajo correr el río Azul, y entender claramente el
por qué del nombre del río.
El
Bolson: Los pozones del Cajón del Azul
En
el Cajon del Azul, siguiendo el sendero que parte hacia el norte, una vez
cruzado el último puente (de troncos), es posible hallar picadas que descienden
a majestuosos pozones y tomar sol sobre rocas enormes que nos permiten observar
profundos caudales de agua cristalina pasando a nuestro lado.
Bellezas
inabarcables: en estos sectores el Rio Azul posee una fuerte correntada, y
serpentea entre peñascos colosales que sobresalen de sus aguas en entre las
paredes pétreas que forman el llamado cajón.
No es posible bañarse en estas
partes del río debido a la peligrosidad ocasionada por la corriente y las
rocas, por lo que debemos conformarnos con admirar su belleza. Hay piedras muy
grandes, en las cuales unas 10 personas pueden sentarse a escasos centímetros
del agua, que es verde azulada, helada y pura.
Mas
adelante, cuando el cajón termina, existen otros pozones, más grandes y
profundos que si permiten a los más osados darse chapuzones en las aguas
frescas que descienden del glaciar en alta montaña.
Desde las rocas, puede
verse hacia arriba, la continuación del Rio Azul, que produce escalonadas
cataratas, corrientes, y se refleja en la piedra con ases dorados, y hacia
abajo, perdiéndose en un sinuoso descenso.
Hacia arriba, más allá de la roca y
algunas cascadas de arroyos que terminan en el cajón, los bosques de ciprés
coronan la vista, y del lado oeste, se alzan las montañas distantes.
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