CASTILLO SAN CARLOS Parque San Carlos, Concordia, Entre Rios
Una
visita obligada en Concordia es el Parque Rivadavia, conocido también como San
Carlos por el paradigmático Castillo que alberga.
Este
predio verde tiene una vasta extensión de 70 hectáreas, decorado por una frondosa
vegetación, lomadas suaves y la vera del paraje Salto Chico.
Situado
sobre la costa del río Uruguay y con una excelente vista de éste y de la ciudad
de Salto (República Oriental del Uruguay) el Parque San Carlos presenta una
variada vegetación autóctona, compuesta por selva en galería principalmente.
Este agreste paisaje se puede recorrer a través de senderos.
En
setenta espléndidas hectáreas se extiende el gran pulmón verde conocido como
Parque San Carlos; al noreste de la ciudad, a la vera del río Uruguay, en el
paraje Salto Chico, con la belleza característica de su paisaje y la historia
colmada de interesantes aristas brotando de las ruinas de su castillo.
La
notoria particularidad de este lugar son sus lomadas y bosques en galería, que
atesoran lo que en otros tiempos fuera una de las más importantes mansiones de
la región. Una gran casa señoral, mandada a construir por el francés Eduardo De
Machy, que el correr impetuoso del tiempo ha convertido en habitáculo de
pájaros y plantas.
El
Palacio de San Carlos hechizaba a los lugareños por la belleza de la
construcción, sumado a la finísima decoración de su interior.
Construido
en apenas dos años, entre 1886 y 1888.
La
casona de estilo Luis XV fue construida con materiales traídos de diversas
partes de Europa, usándose solamente del lugar la piedra lavada extraída de la
costa del río como revestimiento exterior. El hierro en forma de T fue traído
de Inglaterra, la madera de los pisos y revestimientos, de Alemania, la
calefacción central fue hecha con estufas de mármol de Carrara que llegaron de
Italia junto con el material refractante llegado de Francia, de donde vinieron
también las arañas de cristal, el mobiliario, los cuadros y el revestimiento de
terciopelo de las paredes. Contaba también con un sistema de iluminación a gas
que se distribuía a través de cañerías, todo un adelanto para la época en la
zona.
Otro
de los adelantos fue el sistema de agua corriente y también los sanitarios
móviles. La cocina estaba a 260 metros de la casa en el lugar donde hoy está el
jardín botánico.
Demachy
vive sólo tres años en la casona y luego junto con su esposa deciden volver a
Francia, desapareciendo sin dejar explicaciones un domingo de octubre de 1891.
Sólo se llevaron sus vestimentas y algunas pertenencias, dejando todo lo de
valor en la mansión pensando volver algún día.
La
casa siguió siendo propiedad de los franceses, luego fue alquilada a varias
familias, hasta que fue vendida a la Sociedad Rural de Concordia, que la ocupa
por poco tiempo. En 1929 es adquirida por la Municipalidad de Concordia que la
alquila a la familia Fuchs Balón.
Esta
familia francesa de gustos exuberantes tenía una gran atracción por los
animales (zorros del monte, un mono, mangostas, una iguana y serpientes).
Un
día las hijas de 9 (Edda) y 14 (Susanne) años cuando cabalgaban
vieron aterrizar una avioneta en un campo lindero a la casa, era un intrépido
aviador que al aterrizar rompió una de las ruedas, este aviador
era Antoine de Saint-Exupéry, quien todavía no era escritor y estaba
trazando la ruta aérea entre Buenos Aires y Asunción cuando decidió aterrizar
para descansar.
Antoine
de Saint-Exupéry se vio atrapado por la magia que envolvía al lugar y en 1932
escribió una nota en una revista de París con el título "Las Princesitas
Argentinas". Resulta inevitable asociar su experiencia entrerriana con la
fábula infantil que lo haría famoso "El Principito". También refleja
exactamente lo vivido en esta experiencia en el capítulo "Oasis" del
libro "Tierra de Hombres", donde dice: "Había aterrizado en un
campo y no sabía que iba a vivir un cuento de hadas, fue en un campo cerca de
Concordia en la Argentina".
El
piloto volvería varias veces a ese lugar, luego la familia se trasladó a una
estancia en 1935.
La
casona quedó luego abandonada y por varios años fue saqueada perdiendo todo lo
de valor que contenía. Eran ya una leyenda sus primeros dueños, sus fastuosas
fiestas, sus industrias. Las depredaciones se sucedieron, el tiempo y la
erosión sumaron su desgarro, y el espléndido castillo al estilo Luis XV -con
sus dos plantas, sus jardines y sus estatuas-, transitó por una gran agonía que
culminaría con el incendio de 1938 y su reducción a ruinas.
En
la actualidad solo ha quedado la estructura de la mansión. Sobre las ruinas de
lo que fuera el saladero, funciona una confitería bailable llamada Hostal del
Río. También funciona un vivero municipal y sobre la zona costera del Parque
Rivadavia se ubican magníficas playas aledañas al salto Chico del Río Uruguay.
Dentro del lugar y ocupando 8 hectáreas se encuentra el Jardín Botánico
denominado “Ca’a Porá”, término guaraní que significa vegetación hermosa.
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